Geneaologías feministas en el arte español: 1960-2010

La exposición Genealogías feministas en el arte español: 1960-2010, comisariada por Juan Vicente Aliaga y Patricia Mayayo, quiere subrayar la importancia que han tenido los discursos sobre el género y las identidades sexuales en la producción artística española desde los años sesenta del siglo pasado. La muestra parte de la necesidad de restaurar la memoria borrada de los saberes, prácticas y genealogías feministas en nuestro país: es importante recuperar y hacer visible la obra de artistas (algunos hombres, pero sobre todo mujeres) injustamente desdeñadas u olvidadas; pero más importante aún es releer la historia reciente del arte español desde un lugar distinto, con otras claves y otras miradas. El legado de los feminismos ha sido infravalorado no sólo en la historiografía más tradicional, sino también en muchos de los relatos sobre la creación artística en España que se dicen más rupturistas o renovadores. El término “genealogías” alude a la diversidad de sensibilidades y posiciones ideológicas que atraviesan el universo feminista, transfeminista, transgénero y queer; también apunta a las peculiaridades y singularidades del desarrollo de las políticas feministas en el Estado español, que no puede ser interpretado extrapolando, mecánicamente, modelos anglosajones. Mientras que la emergencia del denominado “arte feminista” en Estados Unidos y Gran Bretaña suele situarse a finales de la década de los sesenta, en España hubo que esperar a la década de los noventa para que los discursos de género empezasen a tener mayor proyección pública en las galerías e instituciones artísticas (lo cual no quiere decir que no existiesen, sino que se habían arrinconado e invisibilizado). Por otra parte, a diferencia de sus coetáneas británicas o estadounidenses, las artistas feministas “de los noventa” en España se nutrirán fundamentalmente de referentes extranjeros: sus modelos artísticos y teóricos provenían del ámbito francófono y anglosajón y en pocas ocasiones tuvieron ocasión de entablar un diálogo (ya fuese vital o intelectual) con sus predecesoras españolas. ¿Cómo explicar esta fractura generacional? ¿Por qué nos enfrentamos a una historia trabada de omisiones, fallas y discontinuidades? Se pueden aventurar algunas hipótesis que expliquen el desconocimiento que las artistas surgidas en la década de los noventa tenían de la obra de las pioneras de los años sesenta y setenta. Con la llegada de la democracia en España se produce una creciente despolitización de los discursos artísticos: desde la cultura oficial, se promueve el olvido de las prácticas artísticas que en el Tardofranquismo y la primera Transición habían articulado una crítica a las normas sociales y sexuales de la dictadura, y muy en particular de aquellas que cuestionaban el machismo y el patriarcado. A lo largo de la década de los ochenta, la necesidad de la incipiente institución-arte de homologarse al contexto europeo e internacional favorece el auge de manifestaciones formalistas y comerciales adaptadas a la demanda del mercado, en detrimento de un arte más crítico en el que la mirada feminista podría haber encontrado su sitio. La estructura de la exposición responde a la voluntad de propiciar ese diálogo entre generaciones que no pudo ser; de tejer una malla de complicidades y disidencias; de provocar una conversación entre obras y artistas de edades y contextos diferentes, pero unidas ─quizá─ por un malestar compartido frente a las estructuras y códigos (hetero)patriarcales. Las salas no se ordenan siguiendo un recorrido cronológico, porque no hay una única historia que contar: son muchas las voces y las experiencias que aquí se entretejen. No obstante, la presencia de una nutrida selección de revistas, panfletos, fotografías y documentos de época nos permite entender las obras en su contexto, reflejando los cambios históricos y sociales que van teniendo lugar a lo largo del tiempo. A través de toda esa riqueza y diversidad, hay una serie de temas o ejes de reflexión que reaparecen en el transcurso de los años y que articulan las distintas secciones de la muestra: la producción de genealogías femeninas y feministas; la división sexual del trabajo y las condiciones laborales de las mujeres; la maternidad y los trabajos de cuidados atribuidos al sexo femenino; la opresión ejercida por modelos estéticos y patrones de belleza normativa que, incluso en nuestros días, se siguen transmitiendo de forma machacona a través de la publicidad, el cine, la televisión e Internet; la experiencia de los cuerpos y la diversidad sexual; la militancia y las estrategias de lucha colectiva; la mascarada y la performatividad de género; la violencia sexista; el papel de las mujeres en la Historia; la relación entre la cultura popular y la construcción de las identidades sexuales. La última sección de la exposición está dedicada a la emergencia reciente de un conjunto de prácticas artísticas y activistas conocidas con el nombre de “transfeminismos” o “nuevos feminismos”: partiendo de un rechazo del binarismo sexual y de las aproximaciones esencialistas, los “transfeminismos” proponen un uso imaginativo y provocador de la performance y las nuevas tecnologías, que actúa como revulsivo frente a los discursos más domesticados del feminismo institucional. [1]

http://www.musac.es/prensa/web20/notas/geneal.pdf