28.10.2010 – 05.02.2011
Koldo Mitxelena Kulturunea, San Sebastian, Spain
Comisaria: Piedad Solans
Artistas: Shoja Azari, Nazan Azeri, Maja Bajevic, Louise Bourgeois, Stefan Constantinescu, Alicia Framis, Coco Fusco, Regina José Galindo, Cristina Lucas, Sükran Moral, Beth Moysés, Alexandra Ranner, Paula Rego, Teresa Serrano, Azucena Vieites.
La exposición, comisariada por Piedad Solans muestra las formas trans/políticas con las que las/los artistas denuncian la violencia contra las mujeres desde la necesidad crítica de transformación del poder mismo y la discusión abierta de la violencia. Para ello, se utilizan diversos medios como instalación y videoinstalación, video y videoperformance, instalación sonora, fotografía, pintura, escultura y dibujo, así como documentación de cómics y videojuegos, redes y colectivos artísticos ciberactivistas y consultas de webs sites.
La figura de la mujer víctima de la violencia, divulgada por los medios de comunicación y las industrias visuales, no revela la violencia histórica y estructural de unas sociedades patriarcales y arcaicas cuyos modelos y prácticas de violencia se perpetúan y ejercen en la actualidad desde múltiples formas. Por ello, la violencia que explota cuando la mujer se separa de la jerarquía y del orden impuesto, tanto en sociedades democráticas como autoritarias, no puede ser abordada desde posiciones de identidad sino desde la crítica a la cultura y a las estructuras de poder con sus tecnologías y mecanismos de producción, control y distribución de la violencia (incluyendo un imaginario femenino de ideales corporales, deseos, afectos y relatos amorosos). Las políticas y leyes contra la violencia de género a menudo actúan en “los hechos” y eluden la dimensión narrativa, visual y simbólica en que se representa y transmite. La gestión de la violencia por los medios de comunicación y las industrias visuales la difunden y convierten en un espectáculo, eludiendo su relación con la pobreza y la corrupción. La indiferencia, el silencio y la invisibilidad son las dimensiones que permiten y reproducen la violencia.
Las estéticas y prácticas artísticas que desde el activismo feminista de los años sesenta reivindicaban la identidad, la sexualidad y el cuerpo se trasladan desde los noventa a la denuncia de la violencia y la lucha política y social, viendo el cuerpo de las mujeres como el lugar de cruce de unas prácticas sociales, culturales, religiosas, militares y económicas. La cuestión artística pasa de la concepción del cuerpo “privado” a la del cuerpo estatal, configurando las tecnologías imaginarias y los mapas geográficos, simbólicos, políticos y sociales de la violencia.
CONTRAVIOLENCIAS. Prácticas artísticas contra la agresión a la mujer aborda, en una interacción de actitudes, medios y formatos, una diversidad de acciones y miradas artísticas que utilizan o confrontan las ficciones de la violencia, oponen la memoria, los afectos y una vivencia no fragmentada de la experiencia a la objetividad y desconexión de las representaciones mediáticas y desvela la complicidad entre emisor/ejecutor/espectador. El realismo de las industrias visuales es negado por una mirada artística que, más allá de las apariencias, muestra otra manera de ver, revelando las imágenes y técnicas que han investido a las mujeres, el silencio político que las ha ignorado, la invisibilidad a la que han sido condenadas, el dolor infligido, la amenaza que las ha coaccionado frente a la indiferencia o el consentimiento de la sociedad. El arte cuestiona la imagen simbólica e imaginaria de la mujer víctima y se opone a la significación –sumisión, impotencia, sufrimiento– que le es socialmente asignada, oponiéndose a la violencia por medio de acciones trans/políticas que subvierten el sentido y bloquean sus imágenes y representaciones.
Artistas como Alicia Framis, Regina José Galindo y Beth Moysés realizan performances urbanas como acciones públicas en las que reúnen a mujeres víctimas de la violencia doméstica y de la agresión social y manifiestan el juego entre la ocultación y lo público o, como Coco Fusco, delatan la violencia de que son objeto en situaciones de trabajo, pobreza y emigración, simbólica y legalmente consensuada y silenciada por los medios y la opinión pública. Cristina Lucas, Nazan Azeri y Sükran Moral revelan en sus videos y performances la violencia religiosa, cultural e histórica de la hipermasculinidad contra las mujeres, mientras que Shoja Azari y Stephan Constantinescu evidencian el silencio, la indiferencia, el miedo y la pasividad de la sociedad. Alexandra Ranner, Maya Bayevic y Paula Rego delatan su privacidad en el ámbito doméstico y las estructuras sociales ocultas en que se produce, mientras que Teresa Serrano muestra la circularidad de las construcciones simbólicas y afectivas de las relaciones de género y del acoso sexual y Sükran Moral cuestiona el propio papel de las mujeres en la transmisión tradicional de la violencia. Los dibujos de Louise Bourgeois y Azucena Vieites reclaman la fragmentación y la subjetividad frente a una visión total y al determinismo de los constructos culturales y históricos y los cómics de Phoebe Gloekner, Debbie Dreschler, Roberta Gregory, Mary Fleener y Claire Bretécher, entre otras, reivindican la trasgresión, la sexualidad y la libertad frente a los abusos familiares y una memoria traumática, o como Jorge de Juan y Luis Iglesias, Isabel Franc y Susana Martín, Carlos Giménez, Jean-Marc Reiser, Jessica Abel, Marjane Satrapi, Ange Feuchtenberger e Yoshihiro Tatsumi, las dificultades de las mujeres y la fuerza que desarrollan para no ser víctimas de los estereotipos del poder y la violencia masculina –presente, como contrapunto, en los cómics de la Colección Luis Gasca.
Piedad Solans (Comisaria de la Exposición)
La exposición permanecerá abierta al público hasta el 5 de febrero y se podrá ver, a lo largo de 2011, en las salas de exposiciones de Sa Nostra en Menorca, Ibiza y Palma.
Ver video en: http://www.rtve.es/television/20101115/contraviolencias/371159.shtml