8 poéticas de mujer es un proyecto expositivo colectivo de videoarte producido para el ciclo Tácticas de escape. Perspectivas de género en el arte español reciente de The Gabarrón Foundation de Nueva York, una actividad impulsada por las Fundaciones José García Jiménez y Casa Pintada – Cristóbal Gabarrón. La muestra reune las creaciones de videoarte realizadas por nueve mujeres, jóvenes y artistas, como Erika Trejo, Begoña Carrasco y Mar Sáez.

 

Liberation. Mar Sáez

 

Cut. Lolagouine

 

Gender Poo. Lolagouine

Identidades

La identidad, el género: a veces la reivindicación abiertamente feminista de los derechos que fueron usurpados durante siglos a las mujeres, pero también el problema mismo de la génesis humana, de la dualidad hombre-mujer como una dicotomía casi neoplatónica.
Así, esta exposición que reúne a nueve jóvenes artistas españolas que trabajan con el vídeo como soporte va mucho más allá de la guerra de los sexos para plantear una cuestión más de fondo: el de la identidad misma, el ser mujer, lo que nos lleva a la pregunta por el hombre, por lo masculino, dado que algo se define siempre frente a su contrario: el ser ante la nada; lo pleno frente a lo vacío; el tiempo circular de los griegos frente al tiempo lineal o continuo de la historia y, en definitiva, la mujer frente al hombre.

Pero las artistas que aquí presentan sus propuestas, la mayoría, pese a su juventud, con una interesante experiencia artística a sus espaldas, no presentan una reivindicación feminista frente al hombre. Si acaso planean en el debate sobre la diferencia o la igualdad, lo diferente, lo opuesto o lo complementario, y la misma visión genealógicamente trágica del ser humano, hombre o mujer, tanto da. Y sobre todo hay en muchas de estos trabajos una investigación sobre la identidad misma. Verdad-mentira, máscara y rostro desnudo, poética de la verdad o poética travestida. Hemos de remontarnos a Platón, pues la contraposición entre real y virtual se mantiene aún deudora de la alegoría planteada por el filósofo ateniense en su famoso Mito de la Caverna: de un lado la verdadera luz, la verdadera realidad, y de otro, las sombras, la  falsedad. Ese dualismo platónico ha pervivido a lo largo de la historia de la filosofía y de la estética. Frente a la copia o el simulacro han estado pensadores como Schelling o Hegel, pero también el realismo socialista y, en general, los defensores de la “estética de la verdad”; para estos últimos el arte debe ser una manifestación del ser o del alma. Y en contra de esta visión estarían Kant, Schiller y, por supuesto, el gran Nietzsche.

Hay un momento de la historia en que la estética del simulacro, la máscara, alcanzará prestigio social: el barroco y todo el siglo XVIII. Voy a citar, en este sentido, un texto significativo de Diderot perteneciente a Le neveu de Rameau.

“¡Ponerse la ropa y la peluca, se me había
olvidado la peluca, del ministro de justicia!
¡Hacerse una máscara que se le parezca! (…)
¡La máscara!, ¡la máscara!. Daría uno de mis
dedos por haber encontrado la máscara”.

Pues bien, hay algo en nuestra época que tiene que ver con esa estética de la apariencia, con lo barroquizante, por algo Omar Calabresse clasificó a nuestro tiempo como “era neobarroca”.

Pero al texto de Diderot podría oponerse este otro del Émile de Rosseau: “El hombre de mundo está entero en su máscara. Como casi nunca está solo consigo mismo, es un extraño para sí y no se halla a gusto cuando se ve forzado a entrar en su interior. Para este hombre lo que él es no es nada, lo que parece es el todo”

Fue Joan Rivière, discípula de Freud, quien describiera lo “propio” de mujer como “mascarada” (en uno de estos vídeos, el de Lolagouine, la protagonista se arranca a cuchilladas la máscara). Muchas veces, socialmente, masculinamente, se ha identificado la mujer con lo femenino, persona y personaje confundidos.

No podemos ignorar, para entender los trabajos ahora expuestos, los textos y teorías de Judith Butler, la filósofa americana,  con su feminismo “queer” y “trans”, a partir de los años noventa del pasado siglo, y con la aparición en esos mismos años de las estéticas en que lo performativo adquiere una dimensión netamente feminista en propuestas protagonizadas ante todo por mujeres, en los que cuerpo, identidad y ruptura de taxonomías clásicas se dan la mano. O la estética gay en la que lo femenino se convierte en una provocación exhibicionista, también como propuesta artística. El espíritu global y cosmopolita de nuestro tiempo hace que las miradas y poéticas se homologuen en cualquier rincón del mundo.


Going out. Begoña Carrasco

 

Nada es permanente. Mabel Martínez

 

Sálvame Salvaje Cerdo. Lorena Amorós

 


Nueve poéticas

La riqueza y variedad de propuestas aquí presentadas nos llevan desde la solemnidad filosófica de Mabel Martínez al aparente fallo técnico del video de Erika Trejo (“no me oyes porque no me escuchas”, descubrimos al fin que es nuestra atención y no la ruptura técnica la que provoca el problema) o  también, en esta misma artista, el listado de mujeres notables que van desapareciendo de la pantalla frente al de hombres célebres, cuya escritura no se borra y permanece en la historia; la interesante obra de Lorena Amorós en su desnudez como en el surgimiento metamorfoseado de Mar Sáez: la máscara arrancada a cuchilladas en Lola Guiner o el respirar de Tatiana Abellán: ¿un respirar femenino? Un respirar de mujer. Por su parte el equipo formado por Silvia Viñao y Laura Cortés nos muestran a un caminante, que no es ni hombre ni mujer, acaso un andrógino, en un bello video que parece mostrarnos el origen de todo, el origen común, más tarde dual.

En resumen, nueve propuestas que en la línea de las últimas décadas (recordemos el arte feminista norteamericano de los años 70) invierte una línea tenaz de la historia: aquella en que las mujeres eran el objeto del arte, y sus cuerpos y rostros, pintados o esculpidos (la Venus de Milo, la Gioconda, las  majas de Goya…) pero no el sujeto, el hacedor mismo del arte, como ahora, cuand sus cuerpos se convierten, como en varios de estos vídeos, no en modelo, sino en el mapa mismo o el barbecho en el que se inscribe la creación y la respiración artística.

Nueve mujeres y su poética

Silvia y Laura, como colectivo, presentan por medio de cromatismos pictóricos, en su más pura abstracción, la esencia de lo humano en su integración con el universo: allí en donde el ser no está dividido por la química y la física, ni tampoco por la cultura dominante que le hace ejercer oponiéndose a la otra parte, estableciendo la lucha por encontrase a sí mismo. Mar Sáez, consciente de que la cultura le quita el oxigeno invita al espectador, por medio de una videoperfomance, a comprender cómo después del esfuerzo por investirse de esa cultura que la somete a la muerte social y física, tiene -a base de dolor- que desnudarse, que desprenderse de lo adquirido, como premisa necesaria para la integración con su naturaleza.

Tatiana, uniéndose a lo esencial del humano, se introduce en el body-art para mostrarnos como su cuerpo depura las heridas por medio del esfuerzo de su propia secreción, demostrando con su acto que el humano, no tiene elementos externos para liberarse del  dolor causado por la experiencia, poniendo el límite en su propia piel, frontera entre lo interno y lo externo. Lolagouine, en su videoperformance, acompaña a Mar en la lucha por desnudarse/desprenderse de la cultura, y, desde una vertiente sumativa, presenta una videoinstalación en la que muestra los puntos de encuentro entre el género femenino y el masculino, en un intento por conseguir una mayor armonía entre ambos, preludio del inicio/ deseo de un futuro igualitario y común.

Erika Trejo, reivindica la remuneración de la parte femenina dedicada por generosidad al cuidado de los demás, responsabilidad inherente a la mujer a pesar de su actividad laboral; y con ello, pone de manifiesto como la historia se olvida de sus componentes femeninos, dándole mayor brillo a lo masculino, género dominador en la sociedad. Lorena, aporta la visión del rechazo de la mujer a seguir siendo para el hombre un objeto sexual y no la persona que le acompaña en el camino; sobre todo, cuando esta cultura sexual conduce a la posesión visceral y relega a la mujer al papel de victima del hombre, con sus consecuencias de dolor y muerte. Este dolor se traslada al resto del colectivo femenino, también convertido en víctima por solidaridad, tal como transmite Mabel en su videoperformance, representando en su cuerpo una cartografía de violencia de género. En él rinde homenaje y pone voz a todas aquellas mujeres que, por el hecho de serlo, se han visto privadas de libertad y del derecho a la vida, apagando su voz para siempre.

Por último, Begoña Carrasco convierte a ambos sexos en una masa humana sometida al estrés de lo cotidiano que los “obliga” a permanecer en el anonimato y anula toda identidad diferencial entre ellos.


Herstory . Erika Trejo

Impuesto Productivo. Erika Trejo

El Caminante. Laura Cortés & Silvia Viñao

http://fundacionjosegarciajimenez.org/

Fragmentos de Nueve mujeres y su poética de María Trinidad Sánchez Dato, Directora de la Fundación José García Jiménez. Catálogo de exposción, junio 2011

 

Fuente: http://red.enfocarte.com/articulo_detalle.php?idarticulo=968&idcategoria=16