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“Se lo dieron todo. Y la mató”

La incredulidad y la consternación aún reinaban ayer en el entorno más próximo a la familia de la joven asesinada en Castro Urdiales (Cantabria) el pasado viernes. Leire G.-B., de 28 años, murió a manos de un joven empleado de la familia que posteriormente fue hallado ahorcado en su domicilio. “Estuve trabajando con él la semana pasada”, contaba un empleado de la empresa creada por el padre de Leire, Idanka, donde trabajaba la joven vizcaína. Se refería a S.V., el rumano de 22 años que según todos los indicios apuñaló a Leire G.B. después de que la familia de la joven le acogiese “bajo su ala” durante los pasados tres años. “Le habían puesto una casa, le pagaban un buen sueldo… Se lo habían dado todo y la mató”, repetía ayer, entre la confusión y la rabia, este trabajador que rehusó dar su nombre.

La de ayer fue una jornada soleada pero triste que arrancó a mediodía con una concentración de repulsa en el Ayuntamiento de Abanto-Zierbana, donde residía Leire con su madre y el menor de sus tres hermanos, y prosiguió con un multitudinario funeral en Portugalete, su localidad natal. Poco antes de las siete de la tarde ya no cabía nadie en la basílica de Santa María de esa localidad.

Fuera, en la plaza, quienes no habían podido entrar guardaban cola para firmar en el libro de condolencias. “Llevamos unas 400 recogidas, sin contar las tarjetas de visita”, contaba un empleado de la funeraria. Entre los corrillos que aguardaban en la plaza, conocidos y amigos mostraban su preocupación por la familia y sobre todo, por el padre, Fernando G.-B. “Está destrozado y cargando con toda la culpa”, comentaban.

La relación del supuesto asesino con el padre y el tío de Leire iba más allá del mero terreno laboral. Además de trabajar en Idanka, el joven rumano hacía pequeños arreglos domésticos en la casa, el jardín y las fincas de la familia. Fuentes cercanas aseguran que pasó las últimas navidades con el padre en Valencia, y que este le había cedido una casa de su propiedad; la vivienda donde fue encontrado S.V. ahorcado el pasado viernes, con una nota manuscrita a sus pies en la que pedía perdón a Fernando.

Minutos antes de la concentración en Abanto, una amiga de la familia contaba que al supuesto asesino “le trataban como a un crío. Le llamaban El Peque”.

Al parecer, la joven asesinada tenía buena relación con S.V. e incluso dio dinero de su propio bolsillo para mandar a su familia, en Rumania, según el empleado citado. Este definió a Leire como una chica “muy buena, demasiado incluso, muy noblota”.

Ni la Guardia Civil ni la Delegación del Gobierno en Cantabria descartan el móvil de la agresión sexual. S.V. tenía antecedentes por ese mismo delito. Sin embargo, entre los allegados de la joven cobra peso la hipótesis de una mera discusión laboral que degeneró en las, al menos, tres heridas de arma blanca que acabaron con la vida de la joven. Los hechos se produjeron en la nave industrial del polígono cántabro de Vallegón, también propiedad del padre y sede de la empresa familiar dedicada a la importación y distribución de objetos de regalo. Fernando G.-B. la montó para ayudar a su hija, ingeniera industrial en paro.

Hace casi dos décadas que la fallecida residía en el barrio de Gallarta de Abanto-Zierbana, con su madre Pilar, auxiliar de enfermería en Barakaldo, y su hermano David, de 20 años. La mudanza se produjo tras la separación de los padres, aunque algunos conocidos reiteraron ayer la buena relación entre ellos y sus cuatro hijos. Marion, una vecina de la familia, contaba que Leire tenía una relación muy estrecha con su hermano pequeño: “Quería muchísimo a David, desde pequeña la recuerdo animándole en los partidos de futbito”.

Los asistentes a la concentración coincidieron en que la joven era “muy amable y educada”. El párroco que ofició el funeral dijo de ella que era “una mujer risueña y dispuesta a sacar una sonrisa a quien no la tenía”.

La concentración matinal había sido convocada por la Coordinadora de Asociaciones de Mujeres de la Margen Izquierda. Una de sus portavoces, Nati Cuevas, dijo que no entraban en los posibles motivos del crimen: “Sabemos que ha muerto de forma violenta y los asesinatos a mujeres son la evidencia más brutal de la desigualdad”. El alcalde de Abanto en funciones, Jon Etxebarria, y Mikel Torres, alcalde de Portugalete, asistieron a ambos actos en memoria de la joven, que se disponía a irse de vacaciones con su novio, Asier, el mismo día de su asesinato.

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