el país
lunes, 23 de mayo de 2011

Ocultar la violencia nunca ayuda

La idea de que los crímenes machistas se producen por imitación no responde a datos precisos  –  Expertos temen que se abandone la línea de hacer visible el drama

Cambio de discurso. Tras insistir durante años en la importancia de que los medios de comunicación informen sobre la violencia de género para hacer visible el problema y luchar contra él, el Gobierno da un giro. Desde el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad se lanza ahora el mensaje de que la imitación -como consecuencia de la difusión de los casos- está detrás de uno de cada cuatro crímenes machistas. Para ello se basa en un estudio que los expertos consideran poco riguroso por contar con una muestra demasiado pequeña. Las asociaciones de mujeres ponen el grito en el cielo ante esta nueva línea. Creen que tira por tierra buena parte del camino recorrido.

El estudio de Igualdad, elaborado por la Universidad de Granada y presentado el pasado día 12, ha analizado la concentración temporal de los asesinatos machistas ocurridos en los últimos ocho años. Su conclusión es que tras un crimen de género existen 1,67 veces más posibilidades de que se produzca otro al día siguiente y también aumenta la incidencia diez días después. Igualdad lo achaca al efecto imitación o “paso a la acción” y concluye que ese factor puede estar presente en el 25% de los crímenes de género. “Hay agresores que ya están pensando en asesinar a sus parejas y que al ver una situación similar en las noticias deciden llevar a cabo esa acción”, argumenta el delegado del Gobierno contra la Violencia de Género, Miguel Lorente. Una tesis que Igualdad baraja desde hace tiempo y que considera probada ahora. El siguiente paso será analizar las características de los asesinatos y los medios para cometerlos.

El estudio, realizado por el catedrático de Bioestadística Juan de Dios Luna del Castillo, analiza la fecha de los 545 asesinatos machistas ocurridos desde 2003. El autor califica los resultados de “concluyentes”. Para el delegado son “clarificadores”. Califica el trabajo como “muy potente”. “También se hacen estadísticas de enfermedades raras, aunque su número sea muy bajo”, aduce.

“No hay estudios científicos en la bibliografía internacional que apoyen ese punto de vista”, replica Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica y experto en criminología y victimología. Escéptico hacia las revelaciones de Igualdad, puntualiza: “Es prematuro llegar a las conclusiones que plantea sobre la concentración de homicidios. Hay que ser cauteloso, porque 60 o 70 casos al año es una muestra pequeña para estudiar el fenómeno desde el punto de vista estadístico; y hay que tener en cuenta también otras hipótesis explicativas de esa concentración, como que hay fechas con significación social, como las navidades o el verano, en las que también se produce una concentración de casos”. Con todo, este experto en violencia machista apunta la posibilidad de que el nuevo estudio abra puertas interesantes.

Echeburúa detalla que por imitación pueden entenderse dos cosas: la creación de una conducta, y el desencadenamiento de la que ya está en el repertorio de una persona. Es esa última, el efecto desencadenante, la que sí puede tener alguna relación con las noticias sobre violencia de género, opina. “Aunque un desencadenante es un componente más, nunca es determinante”, matiza. Una noticia sensacionalista sobre un crimen de género podría funcionar “como la gota que colma el vaso”, pero solo en maltratadores graves, apunta.

¿Se perciben las noticias como palanca para la acción de los maltratadores? No, según Vicente Magro, presidente de la Audiencia Provincial de Alicante y pionero en poner en marcha cursos de reeducación por los que han pasado 4.000 agresores. “Se suele hablar con ellos sobre la motivación que les lleva a maltratar, para rebatirla en la terapia de los psicólogos. Citan los celos, los problemas personales, la influencia de la familia o el alcohol y las drogas. A tenor de sus respuestas, la influencia de los medios de comunicación en su conducta es prácticamente nula. Inapreciable”, puntualiza.

En la misma línea apunta la psiquiatra Orlanda Varela, con amplia experiencia en el tratamiento en prisión de agresores con condenas graves por violencia de género. Asegura que, en el relato de cómo se produjeron las agresiones, ninguno de sus pacientes se ha referido a los medios de comunicación. “No mencionan que las noticias les hayan estimulado a hacerlo”, dice. Pero como Echeburúa, Varela tampoco encuentra descabellado el factor “paso a la acción” en estas agresiones. “El conocimiento de un crimen y sus detalles puede contribuir a que una persona que ya lo tenía pensado decida hacerlo, pero la única forma de probar la influencia de ese factor es una investigación epidemiológica a fondo, algo que aún no se ha hecho”, detalla.

La presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial, Inmaculada Montalbán, cree que habrá que seguir investigando y profundizando para comprobar la existencia de ese “efecto llamada”. En cualquier caso, sostiene que los medios de comunicación deben seguir informando de los casos de violencia contra la mujer. “También de los casos extremos, porque la sociedad tiene derecho a conocer las violaciones de derechos humanos. Los medios tienen la obligación de contarlo. Eso sí, con seriedad y rigor, explicando cuáles son las causas, consecuencias y con la idea de fomentar el rechazo y crear opinión, una opinión de no tolerancia”, dice. Otras muchas voces están de acuerdo con ella. Y en Igualdad matizan en que no se trata de silenciar en los medios sino de que informen de manera “ética y responsable”. Algo en lo que se ha avanzado mucho, según han reconocido responsables políticos y expertos, aunque coincidan en que queda camino por recorrer.

Las asociaciones de mujeres que desde los años noventa del pasado siglo lograron llevar a primer plano la lucha contra la violencia machista contemplan estupefactas los argumentos que se manejan ahora desde el ministerio. Algunas de las protagonistas que se fotografiaron con el presidente Rodríguez Zapatero en La Moncloa cuando impulsaban la Ley contra la Violencia en 2004 -la primera promesa electoral cumplida por el Ejecutivo socialista- critican con dureza el cambio de discurso.

“No veo evidencias claras de que haya relación entre información y emulación”, afirma Enriqueta Chicano, una de las protagonistas de aquella imagen como presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas. “Con falta de información no se resuelve ningún tema. Y tampoco este”, subraya. “Cuando ha habido películas o series tipo Superman, algún niño que se ha tirado por la ventana pensando que iba a volar. Pero nadie ha prohibido esas emisiones”, ironiza.

“Cuando empezamos a luchar contra la violencia de género, a mediados de los años noventa, cada cinco días moría una mujer a manos de su pareja o ex pareja y se denunciaba la impunidad de los agresores. Ahora se les persigue y la estadística es más o menos la misma. Lo que ocurre es que no resolvemos el origen del problema, que está en la desigualdad”, concluye Chicano.

“Hablar de efecto imitación en violencia de género es una locura y un error”, exclama una histórica del combate contra las agresiones machistas presente en aquella foto, Ana María Pérez del Campo, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas. “Estos criminales no matan por imitación, sino porque quieren acabar con una mujer”, afirma antes de preguntarse: “¿Hay emulación en otros delitos como atracar una joyería o robar un banco? ¿Alguien lo analiza? ¿Entonces por qué preguntárselo en el caso de las víctimas de la violencia de género?”.

“Seguir las directrices que emanan de lo del efecto imitación lleva a la ocultación del problema, lo que favorecería la impunidad. El silencio favorece al agresor. Acallar estos delitos es volver atrás en el túnel del tiempo”. “Hay que coger el toro por los cuernos. Cuando se es político, hay que tener valor y decir que no es que haya imitación en las conductas de los agresores, sino que España sigue siendo machista y que el patriarcado subsiste”, concluye Pérez del Campo.

“Cuando las cifras les favorecen, lo achacan a la ley de violencia, que es muy importante, y a las políticas del Gobierno. Cuando no los favorecen dicen cosas como esta del efecto emulación”, asegura Consuelo Abril, portavoz de la Comisión contra los Malos Tratos, otra de las organizaciones que contribuyó a la puesta en marcha de la Ley contra la Violencia de Género.

En opinión de esta tercera protagonista de la foto de 2004, la línea que ha emprendido la Delegación del Gobierno contra la Violencia al hablar imitación en las agresiones es “una cortina de humo”, “un argumento sin fundamento”. “Ya se hizo algo parecido cuando se comenzó a analizar la proporción de mujeres inmigrantes que moría a manos de su pareja o ex pareja y se empezó a deslizar eso de que morían por ser extranjeras cuando el Estado de derecho tiene que proteger a todos por igual”, añade Abril.

“El argumento de la emulación se desvanece si se va un poco más allá. Un crimen de género requiere una elaboración, una acumulación de motivos y de odio hasta perder el sentido y quitar la vida. Crear el monstruo lleva tiempo. No se mata porque se vea en televisión un crimen de género”, señala Abril. En cambio, destaca dos de los problemas de fondo que, a su juicio, subsisten en la lucha contra las agresiones machistas. Por un lado, “la falta de medios” que aún acarrea en algunos aspectos el desarrollo de una ley “muy buena”. Por otro, “la falta de formación de los jueces”.

“Si el estudio se plantea para vender a los medios que la publicación de noticias sobre violencia puede generar más violencia, está mal enfocado. Una de las cosas que quedó clara la década pasada fue la necesidad de que el problema se hiciera visible desde los medios de comunicación”, asegura Ángeles Álvarez, portavoz de la Red de Organizaciones contra la Violencia de Género cuando la ley inició su camino y también presente en la foto con Zapatero.

“El problema no está en que se hable en los medios, sino en cómo se haga y eso es algo que los propios medios han debatido mucho. Espero que no saquen la conclusión de que no hay que publicar estas informaciones y que sigan dándolas y esforzándose por hacerlo bien. Lo más importante es lanzar el mensaje de que no hay impunidad”, resalta.

Álvarez recuerda que se ha formado un grupo de expertos para rebatir el estudio de Igualdad sobre el efecto imitación en los crímenes machistas. “No es un trabajo solvente. Con los datos que maneja, se puede hablar de emulación, pero también de lo contrario”, afirma. “El mensaje va en contra de toda la política que hemos estado haciendo”, lamenta.

“Centrar el discurso en que hay un efecto imitación es limitado. A lo mejor se produce, pero para saberlo sería preciso un análisis más selectivo”, plantea Ángela Cerrillos, al frente de la asociación de mujeres juristas Themis. “Hay que seguir incidiendo en la visualización del problema en los medios, formando a los operadores jurídicos y concienciando a los poderes públicos”, opina. Pero también considera necesario hacer una evaluación de la Ley contra la Violencia de Género, al menos en lo que se refiere a los juzgados especializados en esta materia. La norma lleva ya casi siete años vigente y aún hay algunas carencias. Eso es lo que preocupa a las asociaciones.

http://elpais.com/diario/2011/05/23/sociedad/1306101601_850215.html